Publicado: 13.06.2014 - 19:54 | Última actualización: 23.10.2020 - 10:25

Plaza Zabala

  Autor: Intendencia de Montevideo / Martin Atme
Plaza Zabala
 
  Autor: Intendencia de Montevideo / Martin Atme
Plaza Zabala
 
Inaugurada en 1890, la plaza Zabala está emplazada donde antaño se situaba la casa de gobierno.

Fue diseñada por el paisajista francés Edouard André, con una ubicación que altera el regular damero que establecían las leyes de Indias. Inspirada en el espíritu de la belle époque, que aspiró a asemejar a Montevideo con las ciudades europeas, se destaca su caminería ondulante, bordeando los amplios canteros de césped con macizos de flores y variadas especies de árboles.

Inaugurada el 31 de diciembre de 1890, lleva el nombre del fundador de Montevideo y en su centro se eleva una bella estatua ecuestre en su memoria. La complementa el equipamiento de estilo gótico: los faroles, montados de a tres sobre columnas; el bebedero con cazo pendiente, y la verja ochavada con portoncillos que la circunda a la usanza francesa e inglesa.


Bruno Mauricio de Zabala, el fundador

En 1716, el Rey de España lo designó Gobernador de Buenos Aires, cargo que desempeñó hasta 1735. Durante su gobernación, el acontecimiento más importante fue la fundación de Montevideo, proceso que abarca desde 1724 –año en que ocupó la península montevideana, desalojando a una fuerza portuguesa– hasta 1730, en el que dejó constituido el primer Cabildo de la nueva ciudad.

Era vasco, nacido en Durango, ciudad del señorío de Vizcaya. Hijo del gobernador don Nicolás Ibáñez de Zavala, caballero de la Orden de Calatrava, y de doña Catalina Gortázar, Bruno Mauricio de Zabala (1682-1736) fue militar desde muy joven. Brigadier de los reales ejércitos, participó en múltiples campañas, alcanzando una destacada actuación en las de Flandes y en la Guerra de Sucesión de España (1701-1714). Perdió el brazo derecho durante el cerco de Lérida y desde entonces tuvo que usar uno de plata que a menudo llevaba, como digna condecoración, colgado del cuello.

Designado Gobernador de Buenos Aires, Zabala viajó a la ciudad porteña el 11 de junio de 1717, en el marco del enfrentamiento entre el ya debilitado imperio colonial español y Gran Bretaña, potencia marítima crecientemente industrializada, convertida en dura amenaza para el mantenimiento de sus colonias americanas, aliada y en gran medida inspiradora de las políticas antihispánicas del reino de Portugal. Cada vez más preocupado por las políticas de expansión lusitanas, el 13 de noviembre de ese mismo año, el rey Felipe V emitió una Real Orden en la que le encargó poblar y fortificar “los puestos de Montevideo y Maldonado […] para que ni portugueses ni otra nación alguna se apodere ni fortifique en esos parajes”, orden reiterada en 1718, luego de la ruptura con Inglaterra, y en 1720. Pero la cosa no era nada sencilla. El Gobernador había encontrado serias dificultades para cumplir las órdenes del monarca, tanto por la falta de fondos necesarios como por la renuencia de las familias bonaerenses ante la posibilidad de trasladarse a la ribera Este, a la que todos consideraban altamente peligrosa. Problemas a los que se agregaba la permanente y riesgosa presión que representaban las actividades de los piratas, por un lado, y de las fuerzas portuguesas por otro.

A comienzos de 1724, Zabala desembarcó en la península de Montevideo, abandonada el día anterior por una fuerza de ocupación portuguesa, a quien había intimado el desalojo por corresponder al dominio de España, y dispuso de inmediato que se levantara una batería “a la punta que hace a Leste la ensenada para defenderla”, es decir en el mismo lugar en que los portugueses, recién expulsados, habían iniciado su propia construcción, en la actual intersección de las calles Cerrito e Ituzaingó.

De regreso a Buenos Aires, Zabala dejó en ese lugar una pequeña guarnición militar, al mando del comandante Francisco Antonio de Lemos, lo cual representó el primer contingente poblador de nuestra ciudad. Informó de lo actuado al Rey, quien lo felicitó, prorrogó su mandato “hasta que esté ejecutada la fortificación y población de Montevideo y todas las demás cosas que conducen a que los portugueses se ajusten a los términos que deben”, y lo ascendió a Teniente General de los Reales Ejércitos. Asimismo, estableció los privilegios de los futuros pobladores e informó su disposición a enviar cincuenta familias de Galicia y de Islas Canarias. También requería de Buenos Aires que por su parte enviara “las más de familias que pudiera” para poblar “dichos sitios”. Había empezado, por fin, el largo proceso fundacional de Montevideo, que comenzó en 1724 y se prolongó hasta 1730, cuando quedó constituido el primer Cabildo de la nueva ciudad.

Antes de su partida, Zabala ordenó la construcción de un fuerte, que Domingo Petrarca erigió entre 1766 y 1770. En él residieron los gobernadores españoles hasta 1814, y los sucesivos gobernadores bonaerenses (1814-15), patrios (1815-16), portugueses (1817-24) e imperial brasileño (1824-28).

Demolido en 1889, se construyó en su lugar (lindando con las calles Rincón, Alzáibar, Solís, 1º de Mayo y Washington) una plaza pública.

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