Cuando 80 años es mucho
El edificio de la Intendencia fue inaugurado el 16 de julio de 1941. Allí, donde antiguamente se encontraba el cementerio inglés, se plantó y buscó el cielo la construcción proyectada por el arquitecto Mauricio Cravotto para alojar al gobierno de la ciudad.
Aquella apertura fue un mojón de un largo proceso que tuvo muchos antes y varios después. Pero desde entonces marca la ciudad desde su corazón, la tiñe con sus rojos y ofrece, bien arriba, la más maravillosa de sus vistas.
La historia arranca en 1910. En el amplio espacio que la ciudad amurallada marcó como su ejido, el gobierno de la época decidió construir un gran edificio para albergar los tres poderes del Estado. Comenzaron las obras, pero al poco tiempo el proyecto se frustró.
Hubo que esperar hasta 1929, cuando se convocó a concurso para construir el Palacio Municipal, como sede del gobierno departamental. Cravotto (Montevideo, 1893 - 1962) ganó el concurso, tras el cual comenzó otra larga pausa,
El 6 de enero de 1935 se colocó la piedra fundamental del nuevo edificio. En el año siguiente empezó la construcción y el 16 de julio de 1941 entró en funcionamiento.
Como corresponde, una vez nacido siguió creciendo. En 1942 se construyó la explanada y el garaje; entre 1944 y 1946 las alas laterales sobre las calles Ejido y Santiago de Chile, y en 1948 el atrio hacia la avenida 18 de Julio.
En 1958 llegó El David a la explanada y parecía que la foto estaba completa. Pero no. Entre 1970 y 1982 se realizaron otras obras de mejoramiento y ampliación, entre las que destacan el Centro de Conferencias, el Mirador, la sala del Congreso de Intendentes y el renovado Museo de Historia del Arte.
Son 70.000 metros cuadrados que se elevan en 26 plantas hasta cerca de los 80 metros. Tras los números, la historia de la ciudad, de sus habitantes, de las y los gobernantes, de sus ciudadanas/os y visitantes ilustres.
La historia del edificio que extiende su regazo hacia la ciudad se afirma en ella, empieza a subir, parece aletear en sus balcones y finalmente se levanta majestuoso. Desde arriba parece vigilar su ciudad. A sus pies, donde alguna vez fue el reino de la muerte, también hubo un campo de tiro, ferias, espectáculos y hasta bailes de carnaval. Es el lugar que su gente elige para reclamar derechos y festejar victorias. Debe estar orgulloso.
