Como pez en el agua

A las 8 de la mañana Benjamín sale de la casa junto a sus padres. Sostiene una mueca de sonrisa en su rostro somnoliento mientras el padre lo conduce en la silla de ruedas hacia el auto. Se detiene a unos centímetros de la puerta trasera y, con ayuda de la mamá, lo levanta y lo acomoda en el asiento. Su mamá le da un beso en la mejilla mientras el padre pliega la silla y la carga en la valija para dirigirse al Club Tabaré, como cada sábado.

Este es uno de los centros deportivos en los que, por convenio con la Intendencia de Montevideo, docentes de Educación Física de la Secretaría de Educación Física, Deporte y Recreación de la comuna llevan adelante diversas actividades dentro de un programa pensado para personas con discapacidad. Benjamín realiza natación en compañía de la profesora Yanina Ressia, docente en la escuela a la que él asiste desde hace cuatro años, por lo que se conocen desde entonces. En agosto de 2021 ella empezó a trabajar para la Secretaría y sugirió que se inscribiera en el programa. Fue así como este deporte se convirtió en otra actividad a la que Benjamín dedica parte de su tiempo matinal y de la que disfruta aprendiendo. Le diagnosticaron parálisis cerebral antes de cumplir el año. Esta condición afecta la movilidad de sus miembros inferiores. No obstante, sus padres siempre lo incentivaron para practicar diversas disciplinas. Ha incursionado en básquetbol, boccia, equitación y tenis. También en fútbol. “A él le encanta todo lo que sea deporte”, cuenta Yanina, quien también tuvo que ver con que el niño, un fanático de la pelota, hoy sea parte de un equipo de power soccer wheelchair (fútbol en silla de ruedas).

Luego de unos minutos, Benjamín y su papá llegan al Tabaré. Se preparan para entrar en la piscina. Yanina los ve y los recibe. Hoy toca nado de espalda, crol e inmersión con búsqueda de objetos. Entre palabras y sonrisas, la profe le coloca la gorra, los lentes de buceo y poco a poco lo ingresa al agua. Su papá se queda del otro lado de la ventana para poder ver. Con la guía de Yanina, Benjamín realiza los ejercicios indicados. Nada con flotador, sin flotador, de frente, de espalda, y va de un lado a otro de la piscina. Lo que más disfruta es intentar sumergirse hasta el fondo y “agarrar cosas”. Su profesora explica que “lo que se busca es que tenga independencia en el agua, que vaya logrando superarse día a día, aunque el encuentro sea una vez por semana”. La evolución que ha visto en este tiempo es muy buena. “Le he marcado ejercicios domiciliarios para que tenga más movilidad en miembros superiores y ya nada de espalda sin ayuda de elementos de flotación”, constata. Benjamín está contento y se le nota que le gusta.

Su padre dice que el niño es consciente de que le hace bien porque, a pesar del agotamiento físico posterior, “siente mejor el cuerpo. Cuando Benja juega al fútbol queda súper contracturado de las piernas y nos damos cuenta de que a veces, cuando no hay piscina o no podemos venir, termina aún peor”. Explicó que además la natación, a diferencia del fútbol u otros deportes, “es algo que puede hacer y no tiene que estar quieto en una silla”. También hay otras niñas y niños con discapacidad realizando diferentes actividades dentro del agua. Antes de culminar la clase, Benjamín juega a pasarse una pelota de goma con uno de ellos.

Cuando llega el momento de irse, Benjamín es asistido por su papá para volver al vestidor. Allí se alista y regresan a casa luego de otro sábado de intenso entrenamiento en el que nadó como pez en el agua.