Plaza de la Diversidad
El espacio existe desde el 2 de febrero de 2005, ubicando desde ese momento a Montevideo como la primera ciudad de Latinoamérica con una plaza dedicada a la diversidad sexual. "Honrar la diversidad es honrar la vida. Montevideo por el respeto a todo género de identidad y orientación sexual. Año 2005". Este es el mensaje que se muestra en el monolito ubicado en la plaza.
La reforma, efectuada durante el año 2019, apostó a tres tácticas para amplificarlo:
- Unir el paisaje y la plaza
Unir el paisaje y la plaza son una: un abrazo, un vínculo, que encuentra y acerca.
El proyecto recurrió a tres acciones físicas: cambió y unificó la pavimentación desde las calles Sarandí y Bartolomé Mitre integrando este nuevo suelo a la plaza; igualó a la altimería entre el paisaje y la plaza, de manera que todos los paseantes llegan sin sobresaltos al corazón de la manzana; mejoró el nivel de la iluminación en todo el recorrido a fin de generar un pulmón de luz que invita a la coincidencia, a la permanencia y a la integración.
- Potenciar su valor único
El lugar se caracterizaba por ser un recinto pequeño, producto de una alteración en la trama de la ciudad.
El proyecto apostó a tres tácticaspara amplificarlo: evidencia con fuerza la metáfora del triángulo que ha movido a los colectivos que promovieron la plaza, tomándolo como la pauta geométrica de un nuevo suelo; genera una topografía inclinada capaz de funcionar como soporte para la estancia, la contemplación y la convivencia; emplea madera de alta resistencia a fin de obtener una alfombra tan cómoda, flexible y única, como ajena al cemento de la ciudad cercana.
- Apuesta a la diversidad
El proyecto alentó la generación de tres dinámicas: la de las prácticas de muralismo sobre los medianeros habilitando los cambios de color y de temática, un modo de contar siempre con un nuevo recinto para el/la caminate ocasional: la del momento del recuerdo con la reubicación del actual monolito y su placa; y la incorporación de una fotogalería y la colocación de un mástil que permite celebrar inesperadamente con los siete colores del arcoirís.