El teatro nacional de duelo
El actor, director y dramaturgo falleció el domingo 28 de junio.
En 1961 Alberto Restuccia fue uno de los fundadores del histórico Teatro Uno, junto a Luis Cerminara.
A partir de entonces se instaló en el teatro nacional un desarrollo artístico basado en la investigación sobre el teatro francés y el del absurdo.
Restuccia, junto con Cerminara, consolidaron una dupla creativa con lenguaje propio que desarrolló producciones que constituyeron hitos en la historia del teatro nacional, como Salsipuedes en los años ochenta.
Generaciones posteriores siguieron con avidez sus pasos, marcando un antes y un después en el despliegue de las y los creadores contemporáneos del teatro nacional.
La escuela de Teatro Uno formó referentes de nuestras artes escénicas; infinidad de artistas pasaron por sus clases, cuyas propuestas significaron un enfoque pedagógico de avanzada en la formación de las artes escénicas contemporáneas.
La actividad disruptiva de Alberto Restuccia ha sido un ejemplo de solidez y continuidad en la instalación de la perspectiva queer en nuestra ciudad desde largo tiempo atrás.
Restuccia, con sus monólogos y acciones irreverentes –en una época en la que, al igual que otros hitos como Italia Fausta, desarrollaban un teatro contrahegemónico–, influyó de manera determinante en el público, las y los artistas, y en la forma de mirar y concebir las artes escénicas.
El trayecto de Restuccia, con su icónica Betty Faría, demuestra su capacidad de mutación y reconversión constante a lo largo del tiempo de un artista en esencia, que marcó y dejó huellas en la construcción de un teatro y un arte profundamente contrahegemónico, y por tanto posibilitador de nuevas formas, nuevas miradas, e inspirador de las nuevas voces disidentes, oprimidas e invisibilizadas.