Reconocimiento a Ana Vinocur
Según resolución N° 4114/23, se resolvió denominar con el nombre de Ana Vinocur al tramo de calle que inicia en la rambla Mahatma Gandhi y finaliza en las cercanías del faro de Punta Carretas, en homenaje a la escritora y cantante judía, sobreviviente del campo de concentración de Stutthof.
Una calle con el nombre de una mujer judía sobreviviente de la Shoá (Holocausto) es un hecho histórico y un caso único en Sudamérica. La inclusión de Vinocur en el nomenclátor capitalino fue sugerida por el Equipo de Equidad del Municipio CH.
Vinocur nació en una familia judía, en Polonia, el 25 de setiembre el año 1926. Vivió desde los 13 años en un ghetto, luego fue trasladada a Auschwitz y al campo de Stutthof (primer campo de concentración nazi construido por este régimen fuera de Alemania). Logró alcanzar su libertad en 1945.
En 1947 se reencuentra con su hermano Enrique en Uruguay, donde vivió el resto de su vida.
Fue la autora del texto "Un libro sin título" (1972), relato con testimonios de los horrores que padecieron millones de seres humanos bajo la persecución nazi. Por esta obra fue galardonada por el Ministerio de Educación y Cultura. Otras de sus obras fueron "Luces y sombras después de Auschwitz" (1991) el que fue reeditado como "Volver a vivir después de Auschwitz" (1999).
Es considerada el alma mater del Centro para la Recordación del Holocausto, siendo su promotora. La escritora falleció el 7 de enero de 2006.
El homenaje se realizó el miércoles 25 de setiembre y fue organizado por la Intendencia de Montevideo, el Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay, la Junta Departamental de Montevideo, la Comunidad Israelita del Uruguay y el Municipio CH. Contó con la participación del intendente (i) de Montevideo, Federico Graña; la alcaldesa del Municipio CH, Matilde Antía; la presidenta de la Junta Departamental de Montevideo, Patricia Soria, y la hija de Ana, Rita Vinocur, junto a familiares de la homenajeada y otras autoridades presentes.
Federico Graña expresó que lo que reunió a la ciudadanía allí, es un acto de reparación histórica, de memoria y de compromiso inquebrantable con los derechos humanos. Y agregó que, que la calle Ana Vinocur se dirija hacia un importante invento de humanidad, como lo es un faro, habla de una gran justicia poética.
“Si algo dejó el horror del Holocausto, fue un acuerdo con la humanidad de que había cosas que no podían pasar más, que hay límites que no se pueden cruzar y que no podemos deshumanizar al otro más allá de cualquier diferencia”, concluyó.